La responsabilidad de la comunicación es del emisor, dicen. En PNL decimos que sea verdad o sea mentira, es más útil pensar así. Cuando queremos comunicar algo, si lo hacemos de manera respetuosa, con empatía, con la autoestima y la autoridad suficiente para expresar que merecemos ser escuchad@s, es posible que nos escuchen mejor, y también resulta útil comprobar que la persona o personas que escuchan han entendido bien lo que queremos decir. Y eso lo sabremos preguntando.
Por otro lado, si nosotr@s somos quienes escuchamos, es útil también trasladar la responsabilidad de la comunicación sobre nosotr@s mismos, porque también podemos hacer algo. Siempre podemos preguntar, desde el corazón, a ver si lo que hemos entendido es lo correcto, para poder comprobar que aquello que hemos procesado es lo que el comunicador o comunicadora quería expresar. Y preguntando siempre con humildad y cariño. Porque no se trata de destruir al otro, sino de sumar.
Para ello, nuestros aliados son el Tiempo, el Reconocimiento del interlocutor y el Respeto, el Entendimiento y la Negociación. A todo ello se llega con cariño y con preguntas. También con peticiones.
Por tanto, la responsabilidad de la comunicación siempre es nuestra. ¡Pongámonos manos a la obra!
Subámonos al T-R-E-N!!