Sí, Papá, te hablo a ti, estés donde estés ahora… Recuero estas palabras. Tú, pater familias de 3 hijos, una mujer que nos dejó a todos demasiado pronto, con una familia todavía a medio formar… Y sí, hiciste lo que pudiste. No sabías hacerlo mejor, porque tampoco lo conocías, y tu creatividad no daba para más, porque te la mermaron desde pequeño porque te dijeron que ser músico estaba mal «porque viven del amor al arte» (cuando la música era tu vida)… Tampoco echo la culpa a tus padres, ellos también hicieron lo que pudieron. El labuelito Emilio, un linarense de apellido valenciano que vivió en diferentes pueblos cerca de Valencia: Chiva, Játiva, Carcajente, y luego Barcelona, tras una guerra, pobreza, tres hijos que alimentar, superando como podía la imposibilidad de trabajar por culpa de una «lista negra» del franquismo donde él aparecía por haber sido buena persona y no delatar a algunas familias… Tu padre hizo lo que mejor supo, Papá. Y tú, también.

Sea como sea, todos y todas venimos a este mundo con unos padres y unas familias que nos enseñan cosas en la vida, para poder evolucionar y mejorar como personas. Podemos decidir aprender (¿qué me enseña esto que me ha pasado?) o quejarnos por siempre… Porque sí, siempre hay motivos de queja. Aunque también hay motivos de agradecimiento.
Tú aprendiste francés desde los 3 años gracias al abuelito Emilio, no recordabas en qué momento aprendiste a leer y escribir, eso también te lo enseñó él. Contribuyó a alimentar tu gran memoria «haciéndote aprender con lágrimas» (hoy en día hay quien llamaría a eso maltrato infantil –siempre hay dos versiones–) el poema «El dos de mayo«, y te hacía subirte a la mesa para recitarlo delante de los invitados… Sigamos con lo bueno… Te enseñó a hablar en público, fue un gran maestro de ética para ti (ética que supiste transmitir) , te enseñó lo que era disfrutar de las artes (fue actor aunque nunca se dedicó profesionalmente, por eso del «amor al arte»), la música, las lenguas, el cumplimiento profesional…

Aprendiste mucho, y yo aprendí de ti, Papá. Y hay que ver lo bueno. Como dice mi amigo Gabi, que sabe mucho lo que es sufrir: «no sale a cuenta quejarse».
Y cuando decidimos no quejarnos es cuando podemos decidir actuar. Y sí, siempre estará mal, como decías. Mal para ti, para mí, para otros, mal cuando va pasando el tiempo… seguramente con los conocimientnos que vamos adquiriendo de la vida tomaríamos otras decisiones… Como decía el gran maestro Wayne Dyer, vivir sin esperar el visto bueno de los demás nos libera y nos deja actuar libremente. Siempre hay dos versiones, y dejar de quejarnos nos saca del terreno pantanoso del victimismo y «tirar pa’lante», como hizo Manolo Vital con el autobús 47 cuando dedició por su cuenta y riesgo conducirlo hasta Torre Baró. Sí, siempre estará mal para algunos, Manolo fue a la cárcel, pero fue una decisión valiente, que aportó grandes beneficios a muchas personas.
Sí, querid@ lector@, el mundo se ha ido creando con las acciones de personas valientes. Y esa es la historia que no siempre nos llega, porque nos presentan la historia de los vencedores. No todos l@s valientes son vencedor@s, y seguramente sus decisiones no serán siempre acertadas, pero pensaron, actuaron, e intentaron hacer este mundo un poco mejor.
O sea que sí, papá, «hagas lo que hagas, estará mal, pero haz lo que creas que tienes que hacer«. Así acababa tu frase. Y esta segunda parte de la frase es la importante. Muchas gracias, Papá, por enseñarme tanto. Y con los años, más, aunque ya no estés.