El otro día una amiga puso en Instagram que su hija estaba clasificada para la calificación de la semifinal del programa de TVE Prodigios.
Es un programa en que jóvenes artistas adolescentes o preadolescentes concursan para ver a quién eligen por encima de los demás. Ya de por sí el tema «concursos» no me gusta porque mi manera de ver el arte no tiene nada que ver con una competición. Pero por amistad, miré el programa con atención.
Gisela, la hija de mi amiga, me dejó con la boca abierta. No solo por cómo toca el saxofón, de manera virtuosa y expresiva, sino por lo que transmite. Toda su actuación era puro arte. Baila con el saxofón, expresando con todo su cuerpo las sensaciones y los sentimientos que siente y que rezuma como solo una persona que sabe que es un canal que sintoniza entre el arte y el público. Sin egos. Un canal que sirve para destilar y hacer esa maravilla entendible para los humanos de a pie, como yo.
Los concursos no me gustan, es cierto, pero si no fuera por ese programa no me habría enterado de cómo toca Gisela. Un instrumento que no está muy valorado socialmente, no es una guitarra, ni un piano, sino un instrumento de línea melódica, sencilllo, sin pretensiones. Pero que puede ser tan protagonista como los instrumentos más espectaculares.
Gisela, una adolescente de 16 años estará el sábado por la noche en Prodigios y la podremos ver y escuchar. Quiero reconocerle lo bien que ha aprovechado el tiempo con lo joven que es. Seguramente ha usado menos el móvil o los videojuegos que muchas chicas de su edad. Y gracias a todo ello puede sentir el arte en sus venas y transmitirlo de esa manera a tod@s nosotr@s.

Ojalá tod@s l@s adolescentes pudieran llegar a saber a qué dedicar su tiempo para poder hacer crecer en ell@s el Arte como lo hace Gisela, y estar menos ocupad@s con Tik Tok o Instagram.
Bravo por ti, Gisela, y bravo por la familia, amig@s y escuelas que te han apoyado.
Felicidades, Eulàlia, por la parte que te toca, que es mucha.