Yoga no son sólo posturas. Yoga es vida. Yoga es presencia en la vida. Yoga es poder ser consciente de lo que pasa en el cuerpo, de tomar decisiones con conciencia, de alejarse de automatismos en las reacciones y poder darse cuenta de lo que pasa, de lo que puede pasar, y tomar decisiones.
Yoga es respirar. Respiramos cada día, sí, pero respiramos de manera consciente? Nos damos cuenta de que cuando estamos en estado de nerviosismo respiramos más rápido, más arriba (en la parte alta del torso)? Nos damos cuenta de que cuando tenemos enfado se nos abren más las fosas de la nariz y se nos calienta la cara al mismo tiempo que esa respiración eleva nuestra adrenalina? O quizá sea la adrenalina que provoca ese tipo de respiración?

Según los yoga sutras de Patanjali, yoga es «Chitta-vritti-nirodha«, la restricción de las fluctuaciones de la mente (YS 1.2). Yoga no son posturas, sino una actitud, una acción no-acción. En clase de yoga lo hacemos a través del pranayama (el trabajo de respiración), los ásanas (las posturas), y la meditación. Aunque, si os fijáis, en todos ellos estamos respirando.
En las posturas, primero intentamos acercarnos a la postura de manera que podamos realizarla, luego verificamos si podemos «respirarla» bien, es decir, respirar profundamente y conscientemente durante la postura. Y luego observamos las sensaciones que nos producen. Desde esas sensaciones decidiremos si seguimos en la postura o la cambiamos, para poder respirar bien y tener sensaciones agradables y de interiorización.
Respirar de manera atenta relaja la mente, el corazón, para la mente.
Hagas lo que hagas, respira. Respira! Y harás yoga.