El próximo viernes enfocaremos la práctica al cambio de estación que está llegando. La primavera suele llegar con un cansacio especial que lleva por nombre «astenia primaveral», y a la vez con una subida de la energía y las hormonas por las nubes. Es habitual ver más parjeas besándose, pájaros apareándose… La primavera es la época del renacimiento, en la rueda de la vida.
La astenia suele quitarnos energía (porque la dedicamos a otras cosas), a veces puede alterarse el sueño, y eso nos puede dar irritabilidad, desórdenes en el apetito, dolores de cabeza, alteraciones en la líbido (hacia más o hacia menos), y al notar estas sensaciones quizá pasamos a un estado de falta de motivación.
Y es que necesitamos adaptarnos al cambio
La primavera hace que la presión atmosférica sea inestable, llueve más y el sol también brilla más, cambiamos el horario, nos tenemos que adaptar a unas nuevas horas en nuestra rutina, hay más luz…
Y todo eso nos afecta al organismo
Se nos altera el ritmo circadiano (nuestros horarios: de actividad, sueño, comidas, trabajo, descanso…) y tenemos que adaptarnos de nuevo, cambiando las segregaciones de las hormonas que regulan este círculo: las endorfinas, la melatonina, el cortisol, etc.
De alguna manera salimos de un enfriamiento invernal, para calentarnos, igual que hacen montañas, ríos, osos, y cualquier otro animal.
El yoga nos puede ayudar, con posturas como las que favorecen la extensión de espalda, o dinamismos como los saludos al sol, que calientan el cuerpo a la vez que lo tonifican y te ayudan a encontrar tu equilibrio interior a través de la conexión de la mente con la respiración, el movimiento y la calma.