Una de las miles de afirmaciones que escribió y pronunció Louise Hay fue: «Yo soy la máxima autoridad en mi mundo».
Si nos preguntamos realmente quién es la máxima autoridad en nuestro mundo particular, cada persona el suyo, puede que esta sea la clave para darnos cuenta si llevamos la vida que queremos llevar, si decidimos nosotr@s o las circunstancias, o si decidimos en función de lo que otras personas quieren que pensemos o creen que hemos de pensar.
Pregúntate quién es la máxima autoridad en tu mundo.
Es posible que en un primer momento digas: bueno, claro, yo decido, pero no siempre tengo la libertad de elegir, por x o y circunstancia, muchas veces acabo decidiendo cosas que no quiero, pero lo hago por los demás… etc.
Vuelve a preguntártelo. Quién es la máxima autoridad en tu mundo?
Podrías tomar las decisiones en función de lo que tú realmente quieres decidir? Vamos a poner un ejemplo. Si dices, por ejemplo, hoy iría al cine pero tengo que ayudar a mi hija a entender los sintagmas gramaticales. Me quedaré sin cine, vaya KK, con lo que me gustan las películas del director X!! Llevo 1 mes sin ir al cine, que es mi pasatiempo preferido, mi vida es una kk porque ya no hago nada de lo que me gusta, estoy pillada y tengo que hacer tantas cosas que no me gustan… Y sigues ahí, machacándote y sintiéndote una marioneta de las circunstancias. E infeliz.
En esa circunstancia, vamos a ir más a fondo.
No vas al cine porque tu responsabilidad de madre te obliga a enseñar a tu hija, que sabes que le cuesta entender la gramática, una cosa que tú conoces, comprendes y sabes enseñar bien. Es así? Vamos! Eso es. (Recuerda que puedes cambiar los sintagmas gramaticales por cualquier otra cosa que se te ocurra). Tu responsabilidad como madre (o padre, o xx..) coarta tu libertad, pero desengáñate, eres tú quien decides quedarte. Podrías no hacerlo e irte al cine. Pero decides libremente quedarte, porque te hace sentir bien, te sientes importante, te recompensa sentir que has ayudado a la persona que más quieres en este mundo… etc. Eres tú quien decides hacerlo. También puedes decirle: Mira, llevo 1 mes sin ir al cine. Hoy te enseño esto, que es sábado, pero mañana domingo vamos al cine las dos, de acuerdo?
Cómo te sentirías? Cuando te das cuenta de que tú eres la máxima autoridad en tu mundo, de que decides tú y nadie más que tú… pasas de ser una marioneta a tirar directamente de los hilos. De víctima a autoridad.
Piensa que siempre eres autoridad en tu mundo. Los dirigentes de los países, el personal médico, las máximas autoridades mundiales, el personal de policía, las autoridades, siempre toman decisiones en función de las cosas que pasan a su alrededor, ni más ni menos que tú, en tu mundo. Tú decides si pasas el semáforo en rojo o si esperas a que esté verde. El hecho de que el semáforo esté en rojo no hace que sea peor ni vaya en tu contra… simplemente decides si pasas, con los peligros que conlleva, o esperas a que esté verde. Incluso si está verde, puedes decidir no pasar si ves que puede haber un peligro. Pero siempre decides tú.
Puedes pensar hoy en todas las cosas que creías que no tenías ninguna autoridad, y busca por qué, qué es lo que quieres que pase o que no pase, y por eso decides libremente lo que vas a hacer.
Coge el poder, coge las riendas, analiza las situaciones, y decide. Decide tú, siempre, en tu mundo.